Si hay un puesto político que toma ventaja de su posición, es el de legislador. Son cortejados por narcotraficantes, empresarios, cabilderos, religiosos y líderes unionistas para que los favorezcan con sus votos en la legislatura. El legislador promedio solo somete mociones para celebrarle el día a algún sector de la sociedad, como el «Día del Ciclista», o reacciona al tema de importancia del momento, como sucedió con los «four tracks» en su momento.
En el pasado, personas como José de Diego, Rafael Martínez Nadal y Antonio R. Barceló fueron miembros de nuestra legislatura. Hoy día, nuestros legisladores no cualificarían para ninguno de los empleos que personas como tú y yo mantenemos. En este cuatrienio, el senador Héctor Martínez fue convicto por soborno en la corte federal, el senador Jorge de Castro Font fue convicto por fraude y conspiración, el senador Antonio Soto renunció antes de que los investigaran por aceptar regalos de lujo (un Bentley), el representante Iván Rodríguez Traverso fue expulsado de la Cámara y luego lo arrestaron por corrupción, el representante Luis Farinacci tuvo que renunciar debido a las acusaciones de violencia doméstica por parte de su esposa y Rolando Crespo, portavoz en la Cámara, renunció luego de dar positivo a cocaína en una prueba de dopaje. Solo menciono a los que la ley logró alcanzar.
Habría que mencionar también a la presidenta de la Cámara que emplea a dos asesoras racistas, no ha logrado pasar la reválida de abogada y confunde el mar Caribe con el océano Atlántico, y el presidente del Senado que cierra el Capitolio al público, organiza una excursión a la corte federal en apoyo al mencionado Martínez y tiene familiares vinculados con el narcotráfico.
En realidad, no hay buenos candidatos para la legislatura en los dos partidos principales del País. Son fáciles de comprar o solo siguen la línea del partido que representan. Estas son las personas que cenan y almuerzan en restaurantes de lujo mientras que nosotros, los que pagamos impuestos, tenemos que sufragarles un automóvil, escoltas, teléfonos móviles y hasta sus gastos en restaurantes lujosos. Los legisladores de ambos partidos rehusan tan siquiera renunciar a las dietas, pero siguen hablando de cómo te representan. Pasan leyes de austeridad, pero no la practican. En cualquier país del mundo, la gente protestaría en las calles debido a este abuso, excepto aquí: ¿quién nos entiende?
La clave para el pueblo es elegir los candidatos del PIP, PPT y MUS para la legislatura. Deberíamos tener más participación de otros sectores de la población en nuestra legislatura y necesitamos que sean inteligentes, no los imbéciles de aldea. Sin embargo, dudo que el electorado se atreva a llevar esto a cabo.
En este cuatrienio hemos experimentado el peligro de darle todo el poder a un solo partido. Si repetimos este error, temo los resultados.