Reseña: La casa en que vivo no tiene dirección

Puertorriqueños cotidianos

La casa en que vivo no tiene dirección, del puertorriqueño Hugo Rodríguez Díaz, es un libro de cuentos cuya narración epónima muestra el tipo de sentido de humor prevalente en la mayoría de las narraciones del libro. La propuesta del autor se basa en lo difícil que puede ser para la idiosincrasia puertorriqueña explicar las direcciones físicas de nuestros hogares fuera del área metropolitana.

La casa en que vivo no tiene direcciónCon ese tipo de sentido de humor, la colección recoge quince cuentos de extensión corta que, salvo en tres ocasiones, exploran la vida cotidiana del hombre puertorriqueño del siglo XXI. En doce de los cuentos figura un protagonista masculino en diferentes situaciones. Ese es el caso, por ejemplo, del cuento “Un lector voraz”, en que el protagonista es un joven y educado narcotraficante. También ocurre en “El incontinente don Javier y la enfermera Ramos”, en que un viejo, alguna vez macharrán, padece de incontinencia y pierde su dignidad al ser atendido por enfermeras. En los otros tres casos, dos son cuentos históricos (uno bíblico y el otro de nuestra historia política) y el restante es un relato al estilo policiaco con crímenes horrendos y corrupción social.

Por lo general, las narraciones mantienen un estilo pulcro, bien utilizado y de lenguaje sencillo; solo en pocas ocasiones peca de ser rebuscado. El autor, además, muestra su capacidad para montar y estructurar sus cuentos, como puede apreciarse en “La muerte de Joseph Martin”, que cuenta las incidencias de un caso de pena de muerte de manera semejante a “Viaje a la semilla”, de Alejo Carpentier, y “Novación”, que narra el conflicto mental de un juez que lucha por concentrarse en su trabajo, en vez de pensar en su última conquista sexual. Al final, los lectores encontrarán varias opciones que apelen a sus gustos en esta variada oferta del autor.

La casa en que vivo no tiene dirección

Hugo Rodríguez Díaz

País Invisible Editores, 2014

Esta reseña se publicó originalmente en El Nuevo Día el domingo, 30 de noviembre de 2014.

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