Reseña: Laberintos de miedo

Las caras del miedo

El miedo y sus consecuencias son temas recurrentes en la literatura. Muchos de los cuentos de hadas folklóricos, como “La Caperucita Roja” o “Hansel y Gretel”, tuvieron como objetivo provocarles miedo a los niños para que se portasen bien (aunque esta iniciativa haya sido un fracaso, si lo analizamos desde los ojos de hoy). Laberintos de miedo, del puertorriqueño Roberto Santiago Ayala, es un libro de cuentos cuyo hilo conductor es el miedo.

Dentro de sus páginas hay trece relatos, cuyos protagonistas deben enfrentar alguna fobia, y dos cuentos cortos, de una página. Los personajes temen a los muertos, el futuro, el sexo, los huracanes, la pobreza y el infierno, entre otros elementos de la vida cotidiana contemporánea. Por medio de un lenguaje simple, los personajes se exponen a situaciones extremas que los obligan a enfrentarse a su particular fobia, en muchos casos con consecuencias graves. El tono de los cuentos parece ser dirigido a una audiencia juvenil, como en “Marranita”, que cuenta de una niña que sufre de anorexia y luego bulimia. En muchas ocasiones, los relatos intentan impartir algún tipo de enseñanza y funcionan como paradojas con un marco en la actualidad. No obstante, los temas no son necesariamente juveniles, como sucede en “Obsesión”, en que el protagonista hace cualquier cosa para evitar la vejez, desde inscribirse en clases de baile hasta preparase un ungüento hecho con desperdicios humanos.

Las situaciones que relatan los cuentos son interesantes, con finales poéticamente justos. Los relatos están bien redactados, sin rodeos y con pocas descripciones. Contienen mucho diálogo, aunque a veces la ausencia de narración suele notarse demasiado, especialmente en las transiciones de una escena a otra. Los Laberintos de miedo, de Roberto Santiago, es un libro de cuentos bien escrito, que explora los miedos humanos de manera sencilla e intenta mostrar las consecuencias de los extremos de comportamiento.

 

 

 

Laberintos del miedo

Roberto Santiago Ayala

Santoreal, 2016

Esta reseña se publicó originalmente en El Nuevo Día en noviembre 6 de 2016.

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