Reseña: De fronteras

Viaje por lo absurdo

Tal vez, la narración que mejor ejemplifica el hilo conductor de esta colección de cuentos titulada De fronteras, de la escritora salvadoreña Claudia Hernández, es “Lázaro, el buitre”. El cuento trata de un buitre que se ha hecho muy popular en la comunidad en que vive. Hace los mejores chistes, es muy amable y todo el mundo quiere conversar con él. Sin embargo, de vez en cuando, se le hace difícil esconder su naturaleza de ave de rapiña, especialmente en los funerales o cuando ordena carne en un restaurante. No deja de ser un buitre: tiene alas, vuela y hasta se comporta como uno, pero es capaz de hablar y compartir con los seres humanos con los que convive. Los demás cuentos de esta colección son así de absurdos.

Su cualidad absurda, sin embargo, no es un defecto. Al contrario, es lo que hace la colección memorable. Quienes hayan leído a Franz Kafka y a Felisberto Hernández se sentirán familiarizados con el estilo de Claudia Hernández. Sus cuentos logran tejer lo absurdo con lo cotidiano de manera muy eficaz. La autora tiene una prosa sencilla con la que narra claramente lo que sucede. Los lectores tendrán la oportunidad de interpretar los cuentos, sin la necesidad de descifrar qué pasa en ellos.

Además del cuento mencionado antes, otro que merece mención es “Hechos de un buen ciudadano”, que trata de un hombre que intenta encontrar a quién darle el cadáver de una mujer que aparece en su apartamento. Otro muy bueno es “El ángel del baño”, sobre una conversación entre una mujer y una niña que desea cuidar de un ángel que habita el baño de la casa. Resaltan, además, “Un demonio de segunda mano”, que es medio faustiano, pero absurdo; y “Manual del hijo muerto”, que es un cuento trabajado como un manual de instrucciones. A pesar de mi inclinación por estos que menciono, todos son de gran calidad literaria.

Si desea sumergirse en un baño literario absurdo, De fronteras, seguramente, cumplirá ese deseo.

De fronteras

Claudia Hernández

Trabalis, 2016

Esta reseña se publicó en El Nuevo Día en diciembre 11 de 2016.  

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