Paz, no: machete
José Borges
Alrededor del mundo, es común sentirse desamparado ante las injusticias que se cometen a diario. Mientras el calentamiento global se convierte en un problema más grave con cada día que pasa, los desarrolladores forran el planeta con hormigón. La nación más poderosa del mundo usa el pretexto de derechos humanos y democracia para destruir aldeas en el otro lado del mundo, sin importar cuántos niños y ciudadanos, que ni les importa la vida en los Estados Unidos, mueran. Los políticos firman leyes en acuerdo con amigos y empresas que luego les remunerarán sin importarles cuántas pensiones se pierdan o vidas de sus constituyentes se afecten. En Puerto Rico, llevamos más de una década sintiéndonos desamparados ante el embate de la corrupción, el imperialismo y la reacción de la naturaleza ante el daño que le ha causado la humanidad al planeta, sin esperanza de que la situación mejore.
¿Qué sucedería si alguien decidiera inclinar la balanza hacia la justicia? Tal vez con esta pregunta se establece la premisa de No he venido a traer paz, novela de Juan Antonio Ramos, conocido por el cuento “Papo Impala está quitao” y las novelas El libro de la rabia, El amigo de Rita y Tijera Kid, entre otras publicaciones. El título de la novela proviene del Nuevo Testamento de la Biblia: “No he venido a traer paz, sino espada”. Según el evangelio de Mateo, son palabras pronunciadas por Cristo y a las que el protagonista de la novela, Jesús —un predicador contemporáneo— hará alusión.
Contada con capítulos cortos, de no más de cuatro o cinco páginas, conocemos al predicador Jesús, que en el transcurso de la novela decide disfrazarse con una capucha y armarse con un machete para remediar las injusticias que percibe a su alrededor. El protagonista cuenta con la ayuda de dos amigos que asisten en la faena de ajusticiar con la muerte a pederastas, desarrolladores, políticos y funcionarios, entre otras víctimas que de una forma u otra han cometido algún daño a la sociedad. La vida de Jesús cambia drásticamente durante el curso de la novela. Renuncia a ser pastor y se convierte en profesor, se divorcia, consigue novia y así por el estilo. Además de sus amigos y él, otras personas se inspiran en las acciones del encapuchado y deciden tomar acción, mientras que las autoridades hacen lo posible, dentro del panorama realista de sus limitados recursos, por dar con él o los demás asesinos.
Los motivos de los ajusticiamientos comienzan con situaciones cotidianas, pero poco a poco, incrementan en su visión: va de venganza personal a situación política del país con el pasar de las páginas del libro. Más que un misterio de quién comete los crímenes, el suspenso se crea por saber si atraparán a Jesús y sus compinches, y como lo harán, de ser así. La novela cuenta también con unos personajes memorables, como el detective Moisés Ramírez, la publicista Mara Fernández y la abogada María Magdalena. El uso de nombres bíblicos (Pedro, Raquel, Jesús, María, José, etc.) juega con el tema religioso de la trama, ya que Jesús guarda ciertas semejanzas con el profeta judío, aunque no es capaz de lograr milagros, como su antecesor bíblico. Sin embargo, sufre tentaciones, tiene sus discípulos y toma acción de manera en contra de las autoridades. La historia no es un paralelismo del canon en el Nuevo Testamento, pero sí existe una conversación literaria con el texto sagrado.
La trama atrapa y los capítulos breves ayudan a querer seguir pasando las páginas para saber qué sucede después. El mayor reto en la lectura es la de seguir los personajes, ya que hay tantos con escenas breves, que no da tiempo al lector de familiarizarse con muchos. Sale un Antonio, por ejemplo, y el lector se verá forzado a deducir quién era porque llevaba varios capítulos sin presentarse en la trama. Al final, terminamos con un vuelo de la imaginación de lo que podría suceder si, de repente, en esta bendita isla dos o tres personas decidieran dejar de ser los corderos mansos que se refleja en el escudo del país. No he venido a traer paz es una entretenida e interesante novela que juega con varios sucesos de las primeras planas del país y lugares comunes de la cultura popular; tal vez sea una respuesta al sentido de desamparo colectivo del que sufrimos.
No he venido a traer paz
Juan Antonio Ramos
Editorial de la UPR, 2021