Reseña: Un punto infinito

Cuento lingüístico

Cuando pequeño, una de mis historias favoritas fue The Phantom Tollbooth (La caseta mágica, en español), de Norton Juster. Primero descubrí la película basada en el libro, que luego leí. En esa historia, un niño aburrido recibe un paquete que contiene una caseta de peaje y un carro de juguete. Al pasar por el peaje, llega a un mundo mágico en el que hay un conflicto entre las letras y los números. Con ese tema, el autor usa la ortografía, la gramática y las matemáticas para contar la trama, pero sin que pareciera una novela didáctica. Hoy, todavía la recuerdo. Un punto infinito, del puertorriqueño Emilio del Carril, me recuerda en cierta manera a La caseta mágica, por la forma en que narra la historia con el uso de la ortografía y el lenguaje.

La trama gira en torno a una mancha de tinta en un libro. La mancha se cree un punto final, pero aspira a ser más: desea ser un punto infinito. Le cuenta su situación a un marcador de libros, que le explica cómo los errores han ganado mala fama, a pesar de que son esenciales en el aprendizaje. Luego, la mancha conoce a una b, que intenta ocultarla en su barriga, por así decirlo, hasta que se da cuenta de que no permite que se entienda bien la palabra en que habita cuando la leen. Por tanto, termina con una j, que la acomoda en la parte superior de la letra. Esta será la compañera que seguirá las aventura de la mancha hasta el final. En el transcurso, se enfrentarán a letras terroristas (la ch y la ll, que no asimilaron muy bien su expulsión del abecedario), palabras arcaícas y un complot para convertir las letras de libros que se quemarán en ingredientes de sopas de letras (como las de Campbell’s, no los rompecabezas).

Aunque el libro contiene varias lecciones ortográficas, gramaticales y lingüísticas, el libro se mantiene fiel a lo que es el conflicto de la protagonista, sin entrar en lecciones didácticas, que suele ser una tendencia en muchos libros para un público juvenil e infantil. La historia se convierte en un juego divertido y cómico con los lectores, con guiños al mundo literario y académico. Sin embargo, en ocasiones, los personajes se van en viajes discursivos que pueden distraer la lectura. Además, en el último tercio de la trama no se resuelven temas que se habían comenzado anteriormente antes de llegar a una conclusión. No obstante, la historia redunda en un viaje de descubrimiento personal para la mancha acerca de la amistad y la autoestima. Es una idea original y creativa, de lectura rápida con personajes únicos que brindan una buena obra para quienes buscan una lectura entretenida.

 

Un punto infinito

Emilio del Carril, ilustrado por Laura Garcia Urrutia Buendía y Jean Carlo Jiménez

Editorial País Invisible, 2018

Esta reseña se publicó en El Nuevo Día en enero 6 de 2019.

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