Regreso del exilio
Confieso que se me había olvidado el segundo aniversario del paso por Puerto Rico del huracán Irma este pasado viernes, 6 de septiembre. Me sucede con todo lo que sucedió antes de María, cuya fecha de impacto me es inolvidable. No fue hasta que comencé a leer la crónica de Xavier Valcárcel, Aterrizar no es regreso, que caí en cuenta. Este libro del poeta y escritor puertorriqueño no se trata de Irma únicamente, sino de su huida a Nueva York y luego su regreso a la Isla tras el paso del segundo huracán mencionado.
La crónica de Valcárcel, que se lee más como una novela, comienza por casi el final de su viaje a Nueva York, cuando regresa del extranjero al sentirse derrotado por la Gran Manzana. El protagonista (o autor, como prefiera considerarlo) va camino a Cayey para regresar a la casa de su madre con una centavería en su cuenta bancaria. De a poco, relata cómo fue que pasó ambos huracanes: decidió irse a los Estados Unidos en un vuelo humanitario, regresar a Puerto Rico y lidiar con la realidad puertorriqueña meses después de la catástrofe.
Es una narración introspectiva, que no deja de ofrecer el punto de vista particular del autor en todo momento. Vivimos con él la devastación de María y su relación con Andrés. Su pareja es quien primero parte hacia Nueva York en busca de oportunidades de trabajo. Más tarde, Andrés recibe a Valcárcel en su apartamento. Presenciamos el tiempo en que Valcárcel estuvo fuera del País y las dificultades que enfrentó en una ciudad nueva e inhóspita, sin muchos conocidos. Luego, vivimos su regreso a Puerto Rico con su sentir fracasado, al igual que sus esfuerzos por reintroducirse en la realidad puertorriqueña contemporánea. Sin embargo, no es un mero recuento lo que hace. Xavier se conoce por su poesía, pero sus instintos narrativos, en esta obra, están en todo su apogeo. Los sucesos narrados serán verídicos, pero la manera en que Valcárcel estructura su experiencia es de corte novelístico. Logra escoger efectivamente qué sucesos narrar y cuándo presentarlos para crear expectativa en la lectura.
Aterrizar no es regreso retrata nuestra historia poshuracán, en que tanto ha ocurrido, pero mucho ha quedado igual. Xavier muestra el sufrimiento del pueblo a través de sus observaciones y experiencias. Evidencia de ello se puede leer en las partes en que cuenta cómo cuatro trabajadores en un taller de tapicería han perdido a sus parejas a consecuencia de sus huidas, debido al huracán —Tapicería Los Llorones, le llamaban (uno de los tapiceros era Valcárcel)—. Otra instancia que se queda con el lector, por la verdad que cargan sus palabras, es cuando narra su experiencia en una empresa sin fines de lucro. Cuando la compañía se ve sin dinero para pagar la nómina, pide solidaridad a los empleados: “Pero la solidaridad no paga cuentas. La solidaridad, la empatía, la resiliencia, la confianza y el amor se cansan”, opina.
Dos años después de los huracanes, la realidad que muestra Valcárcel sigue igual. Seguimos viviendo en un lugar donde cada vez se nos exige y quita más, mientras que unos pocos se lucran de la situación. A veces, hace falta repasar lo ocurrido para darse cuenta de lo que nos pasa. Aterrizar no es regreso cumple con esa mirada al pasado reciente, de manera ágil e interesante. Es una lectura recomendada.
Aterrizar no es regreso
Xavier Valcárcel
Alayubia, 2018
Esta reseña se publicó originalmente en El Nuevo Día en septiembre 8 de 2019.
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