Reseña: Vitrinas

Detrás de la vitrina

Esta semana le toca el turno a Vitrinas, una colección de cuentos de la novel autora puertorriqueña Yasmarie Hernández González.

En esta colección, Hernández González publica trece relatos de temas dispersos. “El sabor del mes” es uno de ellos. Trata de un hombre que se enamora de una artista que considera el sexo como fuente de placer, con pocas ataduras emocionales. Otro de los cuentos es “Vitrinas”. En esta historia, una niña se obsesiona con una muñeca que ve en una vitrina. “El adiós martirizado”, por su parte, cuenta la venganza de una mujer que ya no soporta la indiferencia de su novio adicto, mientras que “El matiz oscuro del deseo” trabaja con una joven esposa extremadamente atraída sexualmente por su cuñado.

En “Esperanza caída”, la autora explora una voz y punto de vista mexicanos, y cuenta las tribulaciones de una familia pobre que se enfrenta al nacimiento inesperado de trillizas (digo, primero, esperaban una; luego, gemelas y, finalmente, se enteran de la tercera niña durante el parto). “El pecado desmembrado” trata de una pareja homosexual en la que uno de ellos quiere mantener todo en secreto, mientras el otro resiente que no tengan muestras de afección públicas. En “Complicidad”, la autora cuenta la obsesión de una niña para que se bautice una muñeca que recibe como regalo.

La autora retoma los temas cotidianos en el cuento “La deuda cobrada”, en el que relata un acto violento que muy bien podría tomarse de los titulares de uno de nuestros periódicos. Este cuento fue uno de los finalistas en el Undécimo —y último— Campeonato Mundial del Cuento Corto Oral en 2016. “Secretos vecinos” es otro cuento de mínima extensión. Este trata de crímenes comunes e infidelidad.

Los últimos cuatro cuentos son “La inocencia arrugada”, “Perla bañada en rojo”, “Huir hacia la oscuridad” y “Desterrada”. El primero es de un niño monaguillo y un sacerdote que sufre una muerte violenta. Le sigue un relato ambientado en la Masacre de Ponce. Protagoniza el tercero una joven que hace todo lo posible por huirles a los rayos del sol, a la vez que su madre intenta cambiarle ese comportamiento. Finaliza la colección el cuento “Desterrada”, de una joven prostituida por su padre.

Como se puede apreciar, la autora trabaja temas variados, generalmente en ambientes cotidianos. La gran mayoría de los relatos, si no todos, son de corte efectista, con un giro al final para darles contundencia. En muchos de ellos, sin embargo, se nota una falta de balance entre mostrar y decir, que en este caso se inclina más hacia lo segundo. Esto provoca que las narraciones a veces parezcan más un tipo de sinopsis, en las que aún hay que precisar qué es lo que hay que dramatizar de manera más profunda y qué se puede contar con poco detalle. Se ha mencionado antes en estas páginas que escribir un cuento, a pesar de ser más corto, no deja de ser igual de difícil que escribir una novela. Tal vez tarde menos en completar en cuanto a su redacción, pero la acción de depurar el texto y pulirlo hasta alcanzar su mejor expresión puede tomar el mismo periodo que escribir una obra literaria más larga.

Con Vitrinas, Yasmarie Hernández González marca su primer paso en el mundo de las letras. Esperemos que su paso sea largo, según dicte con su dedicación al oficio.

Vitrinas

Yasmarie Hernández González

Edición de autora, 2019

Esta reseña se publicó originalmente en El Nuevo Día en septiembre 15 de 2019.

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