Cinco textos para conmemorar el Día de Acción de Gracias

Para los puertorriqueños, el Día de Acción de Gracias es el inicio oficial de la Navidad. Desde principios de noviembre ya estamos en esa onda de querer asar lechón, preparar arroz con gandules y beber coquito, pero ese cuarto jueves del mes es la fecha oficial.

En la historia oficial, los indígenas americanos, en específico la tribu wampanoag (gente del este), compartieron un banquete con los colonos anglosajones en Plymouth, que celebraban la cosecha, para el 1621. Pudieron convivir por un tiempo, pero entre más colonos llegaban, más terreno querían y las fricciones entre colonos e indígenas aumentaron, hasta que comenzó la guerra del rey Felipe (un jefe wampanoag que cambió su nombre indígena a uno europeo, por eso de promover la aceptación cultural… se arrepintió luego). Los estadounidenses celebran a los wampanoags hoy día porque los indígenas se aliaron con los colonos que estaban en contra de la corona inglesa. Ese banquete inicial es el comienzo del Día de Acción de Gracias. Sin embargo, nunca se menciona las masacres perpetuadas por colonos de ascendencia inglesa y luego por el gobierno de los Estados Unidos, que comenzaron antes de que terminara ese siglo XVII.

El primer texto que recomiendo, entonces, es A People’s History of the United States, de Howard Zinn, especialmente el primer capítulo que detalla la llegada de Colón a América y el trato hacia los indígenas tanto por el navegante genovés, como a Pizarro, Cortés y los colonos en lo que hoy se conoce como los Estados Unidos de América. Para quienes solo saben de la historia de ese país a través de lo que enseñan en las escuelas y lo que se ve en películas, la lectura será muy reveladora.

Segundo en la lista es «La carta del Jefe Seattle al presidente de los Estados Unidos«. Se trata de una carta que le envió como respuesta el jefe Seattle a presidente Franklin Pierce en el siglo XIX. Las primeras líneas leen así:

El Gran Jefe Blanco de Wáshington ha ordenado hacernos saber que nos quiere comprar las tierras. El Gran Jefe Blanco nos ha enviado también palabras de amistad y de buena voluntad. Mucho apreciamos esta gentileza, porque sabemos que poca falta le hace nuestra amistad. Vamos a considerar su oferta pues sabemos que, de no hacerlo, el hombre blanco podrá venir con sus armas de fuego a tomar nuestras tierras. El Gran Jefe Blanco de Wáshington podrá confiar en la palabra del jefe Seattle con la misma certeza que espera el retorno de las estaciones. Como las estrellas inmutables son mis palabras.

¿Cómo se puede comprar o vender el cielo o el calor de la tierra? Esa es para nosotros una idea extraña.

foto de John Henderson: https://www.flickr.com/photos/jbhthescots/4483254629/

Se nota que el Jefe sabía ya cómo operaba el gobierno y no es para menos. Los indios eran oponentes formidables para los colonos y, luego, los ejercitos estadounidenses. Conocían la tierra que habían habitado por tanto tiempo y eran bravos y listos a la hora del combate. Combatirlos, aun con mejores armas que las que poseían ellos, era asumir un riesgo mayor y era imposible esclavizarlos. Así que la estrategia consistía en simular algún tipo de acuerdo de paz y luego traicionarlos. Es una estrategia que el gobierno de los Estados Unidos usa hasta el sol de hoy.

Además de dejarle saber a Pierce que no eran tontos, el Jefe Seattle advirtió lo que sucedería con los recursos naturales si los blancos procedían a «desarrollar» esas tierras. La carta termina así:

Este destino es un misterio para nosotros, pues no comprendemos el que los búfalos sean exterminados, los caballos bravíos sean todos domados, los rincones secretos del bosque denso sean impregnados del olor de muchos hombres y la visión de las montañas obstruida por hilos de hablar.

¿Qué ha sucedido con el bosque espeso? Desapareció.

¿Qué ha sucedido con el águila? Desapareció.

La vida ha terminado. Ahora empieza la supervivencia.

Se habla mucho de Nostradamus, pero el Jefe Seattle sí predijo el futuro.

Si has leído hasta aquí, te diste cuenta de que esta lista no tiene que ver mucho con ser agradecidos. Lo lamento, pero hay que sacudir ciertos mitos de benevolencia estadounidense. «Ah, pero los grandes gobiernos siempre oprimen a alguien. No es un crimen único de la nación norteamericana», me dices. Cierto, pero ¿quién más hace una parada frente a Macy’s para esconder atrocidades?

La próxima lectura es una novela que si me lees con algún tipo de regularidad, probablemente te canse verla mencionada otra vez. Se titula Ahora me rindo y eso es todo, del mexicano Álvaro Enrigue. Escribí esta reseña y este otro texto acerca de ella. Como ya he escrito lo suficiente de ella, brevemente explico por qué es parte de la lista: ilustra la vida entre los Apaches, cómo vivían con los mexicanos y los estadounidenses, y el final de una gente orgullosa de sí misma.

El cuarto texto es un poema de William S. Burroughs, titulado «Thanksgiving Day, November 28, 1986«. En el enlace pueden leerlo en inglés o so traducción al español. Se trata de un poema que expone la hipocrecía de que una nación tan excluyente dé gracias, aún cuando el país da muestras de tanta intolerancia y violencia. Aunque escrito en el siglo pasado, se puede aplicar a este siglo XXI. Existe en YouTube una grabación del autor declamando su poesía.

El último texto es uno que no he leído aún. Se titula There, There, de Tommy Orange, autor indígena, y es una novela ambientada en una reservación para indígenas. Hice una búsqueda en Amazon con la palabra Thanksgiving y salió esta novela. Una de las reseñas alega que me «dañará el Día de Acción de Gracias», pero que vale la pena. Mi asignación, entonces, es leerla antes de la masacre de los pavos.


Bono: Hay una obra de teatro escrita por Larissa FastHorse, titulada The Thanksgiving Play / What Would Crazy Horse Do?. Digo, creo que es una obra teatral; es posible que sea novela. Sin embargo, no sale hasta diciembre de este año. Tan pronto la baje la leeré. Tal vez pueda comentarla para el Día de Acción de Gracias de 2020.


Disfruten del día, sean agradecidos de un año más con vida junto a sus seres queridos, pero no deje que la injusticia le sea indiferente, como cantaba León Gieco.

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