Reseña: Patas de araña

Amiga ausente

En el abril de 1993, detrás de la ola del grunge, empaqué todas mis pertenencias en un Honda CRX amarillo y guie desde Daytona Beach, Florida, hasta Seattle, Washington. El viaje tomó una semana y, salvo un incidente en Kansas (otro día les cuento de eso), no tuve mayores contratiempos. Uno de los factores que influyeron en mi decisión fue que un amigo que vivía allá me había dicho que los integrantes de bandas como Pearl Jam y Nirvana a cada rato aparecían en algún lugar de improvisto, tocaban par de canciones y se iban súbitamente. Tener ese tipo de experiencia me entusiasmaba mucho, pero a la semana Kurt Cobain, el cantante de Nirvana, se suicidó de un escopetazo en la cabeza. Fue noticia por esa zona por meses y toda esa interacción improvisada de los famosos de la región se detuvo. Cada abril recuerdo ese suceso y me pregunto qué habría sido de la vida de Cobain de estar vivo hoy día. El libro de Idalís García-Reyes, Patas de araña, aunque no tiene nada que ver con esa muerte en específico, sí me recordó lo que sentí aquella primavera.

Patas de araña es difícil de catalogar. No es un cuento y mucho menos, novela, dado su corta extensión (el prólogo es casi una cuarta parte del libro); tampoco es poesía ni ensayo, aunque tiene elementos de prosa poética y pensamientos dignos del segundo género mencionado. Si alguien me pusiera una escopeta en la cabeza, me iría con que es una crónica y rogaría por mejores resultados que los de Cobain. La historia, narrada en primera persona, cuenta la historia de su protagonista, cuyo nombre no se revela, y su relación con su hermana, Tatiana (Tati). Tal vez Tatiana sea la verdadera protagonista, a fin de cuentas, ya que todo gira en torno a ella. Comienza con el nacimiento de la narradora y cómo Tati esperaba ese nacimiento. Se describe la vida infantil de las dos niñas y sus interacciones a la hora del juego, todo ambientado en el Puerto Rico del pasado, que se mantiene vivo en nuestra memoria colectiva. Alusiones a Iris Chacón y a otros personajes y programas de la época logran ambientar al lector en el lugar y tiempo adecuados. Se cuentan también las diferentes historias de los demás integrantes cercanos de la familia, como la madre de las niñas, su abuela y la figura ausente del padre. Son pequeñas historias de amor y desamores, adornados a veces con violencia, misterio y traición.

Las niñas se separan porque Tati se muda. La historia cambia a los recuerdos que guarda la narradora de la hermana. A partir de este punto, a Tati se le caracteriza a través de ausencias de datos y pistas oscuras acerca de su vida y destino. La lectura se convierte en una reflexión muy personal que sugiere más de lo que cuenta directamente. Se percibe un diálogo que solo existió en la mente de la narradora y el cuestionamiento de acciones y decisiones tomadas.

Ciertamente, Patas de araña juega con las emociones de los lectores. Posiblemente sea una descarga emocional de la autora o tal vez no. Le toca al lector llegar a esas conclusiones. La prosa a veces sufre de la utilización de frases en vez de oraciones y tiene algunas erratas ortográficas que podrían subsanarse en ediciones posteriores. No obstante, la técnica utilizada por la autora es interesante y digna de más experimentación. Al final, uno se queda con el dolor de la ausencia de Tati, que creo que es lo que me recuerda a Cobain.

 

 

 

Patas de araña

Idalís García-Reyes

Ediciones del flamboyán, 2019

Esta reseña se publicó originalmente en El Nuevo Día en noviembre 10 de 2019.

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