El lado oscuro de la Garúa
Escribir ciento un cuentos, por más cortos que sean, es una tarea ardua. Hay que pensar en esa cantidad de situaciones, finales y un sinnúmero de personajes para poder completar la hazaña. En el caso de minicuentos, también hay que ingeniarse esa cantidad de finales impactantes, que causen algún tipo de efecto o impresión en los lectores. Si consideramos que maestros de la talla de Cortázar o Atwood, por mencionar dos ejemplos, han tardado años o décadas, en algunos casos, en escribir y publicar sus colecciones de cuentos, tal vez podemos comprender el desafío que es completar una colección como El oscuro reino de la Garúa: segunda jornada, del puertorriqueño Emilio del Carril.
El título hace referencia al reino mencionado en él, donde existe una competencia en que los cuentistas declaman sus cuentos frente a un público por un determinado periodo. En este volumen, que es el tercero de Emilio del Carril, seguimos los cuentos de M, que es a quien le toca esta vez. Al principio se revela el origen del personaje en los mitos bíblicos y, una vez comienza a contar, no volvemos a verlo hasta que termina sus relatos, al final. Funciona como un marco para los 101 cuentos del libro.
Al igual que en los volúmenes pasados, los cuentos son ficciones breves, de una extensión que no sobrepasa las tres páginas y, en muchas ocasiones, no son más de uno o dos párrafos. Los temas son variados, aunque muchos tienen que ver con la pérdida del amor y de la ilusión o ingenuidad. Muchos utilizan personajes conocidos, mientras que otros hacen referencia a otras obras literarias y sus autores, como “La carta”, de José Luis González; el folclórico flautista de Hamelín, o “El Aleph”, de Jorge Luis Borges; entre muchos otros. Otro elemento predominante en los cuentos es el huracán María, tanto el efecto inmediato del fenómeno atmosférico, como las secuelas de la catástrofe tanto natural como la creada por los ciudadanos y el gobierno. Abundan las referencias a los meses sin electricidad, los días de escasez y las horas perdidas en filas para combustible, dinero o comida.
Algunas de las narraciones que destacan son “Venta rápida”, que en una sola oración destila la desesperación de no haber cumplido las metas que nos trazamos en la vida; “Espejismos II”, otro cuento brevísimo, juega con la percepción y el pensamiento, algo así como una ilustración de M. C. Escher; “La consecuencia (La eternidad I)” es otra corta narración que ilustra la percepción de la eternidad y cuán relativa puede ser; la manera en que creamos nuestras propias prisiones se refleja en “El poder de la costumbre”.
En general, los cuentos más efectivos de la colección son los que instan al lector a reflexionar y pensar en lo presentado, sin forzarlo a ello. Cuando las narraciones pretenden dar una lección o criticar severamente, como sucede en “Vengo a devolver un libro…”, no son tan efectivas como en los cuentos ilustrados antes. Los cuentos de En el oscuro reino de la Garúa representan un esfuerzo ambicioso con lecturas muy ingeniosas. Marca, además, un periodo específico de la historia puertorriqueña y sirve de testamento de nuestra sociedad pos-María.
En el oscuro reino de la Garúa: segunda jornada
Emilio del Carril
País invisible, 2018
Esta reseña se publicó originalmente en El Nuevo Día en abril 21 de 2019.