Reseña: Simulación del bienestar

Historias de un Puerto Rico cercano

 

Es raro ahora mismo reseñar una obra ambientada en el Puerto Rico de 2018, poco después de María, pero antes del Verano de 2019, los terremotos de 2020 y la pandemia que nos acuartela ahora mismo. Es casi como leer acerca de un mundo radicalmente distinto. Tal vez lo es, aunque no deja de ser familiar. En Simulación del bienestar, del puertorriqueño Antonio Miranda, podemos visitar ese cercano pasado, que parece tan lejano debido a la cuarentena.

La novela cuenta la historia de unos jóvenes cuatrillizos en Jayuya. Tal vez sea más preciso decir que cuenta cuatro historias, una por cuatrillizo: dos hembras y dos varones. Comienza con Nadeshka Marie, una artista que ha logrado éxito en su profesión y es dueña de su propia casa-taller. Ahí, espera por un comprador que ha viajado desde los Estados Unidos para comprarle una pintura que ha comisionado. El comprador es boricua también y oriundo del municipio de la Cordillera Central, aunque ha pasado tanto tiempo desde que se fue, que apenas reconoce el lugar. A diferencia de las demás historias del libro, esta se cuenta desde la perspectiva del comprador, Anthony, en lugar de mostrar el de la cuatrilliza y trabaja, en dos tiempos distintos, con su viaje a la casa-taller y su interacción con Nadeshka Marie. La narración intercala la experiencia de Anthony en su auto alquilado con la compra y el recogido del cuadro que ha venido a buscar.

Le sigue la historia de Cubo, que vive con la mamá de los hermanos y ha heredado los gallos de pelea de su padre. El gobierno estadounidense acaba de declarar las peleas de gallos ilegales y Cubo se las arregla para organizarlas de manera clandestina. Esa decisión lo involucra en una disputa con otro gallero sin escrúpulos que reacciona de manera violenta a una decisión que Cubo toma en contra del gallero en una de las peleas. A la vez, entramos en los pensamientos del hermano y vemos qué lo motiva, además de sus interacciones con sus hermanos.

La tercera historia es de Cheinyra, que estudia Ciencias Naturales. Es una joven madre que trata de armonizar sus responsabilidades y sus deseos de abandonarse a la fiesta. Los demás hermanos la describen como la más inteligente, mas toma una serie de decisiones irresponsables que le causarán problemas. Trata de equilibrar su vida estudiantil y de madre con las salidas a chinchorros de mala muerte y borracheras en las que pierde el conocimiento.

La última historia le toca a Mickey, que también es estudiante. Este se siente apartado de sus hermanos y el resto de la sociedad. Tiene una novia y se pasa pensando en que su relación terminará en algún momento, por una razón u otra. A la vez, cuenta un pasadía familiar con su padre, madre y demás hermanos, en el que acamparon en la playa Cerro Gordo en Vega Alta, que parece ser el momento en que se da cuenta de que se siente distinto a sus hermanos.

La novela pinta un momento significativo en nuestra historia a través de los ojos de estos personajes. Aquí veremos muchos de los problemas que nos afligían (y aún afectan) en aquel momento. Sin embargo, parece una colección de cuentos largos o novelas cortas en vez de una obra unida del todo. Uno se queda a la espera de algún suceso que amarre todas estas historias, pero nunca llega. No obstante, goza de una buena redacción y cuidado en su edición, que muestran la seriedad del autor hacia la obra que produce.

 

Simulación del bienestar

Antonio Miranda

Fraternal, 2019

 

Esta reseña fue la última que escribí para El Nuevo Día. Fue una experiencia sin igual cuyo final quedó demasiado abierto. 

El tiempo que sucede a la vez

Eddie Van Halen

Es una tarde de 1987; tal vez, 86, 88 u 89. No recuerdo la fecha muy bien. Escucho “Eruption”, el famoso solo de Edward Van Halen. Cerca del final de la muestra de virtuosismo en la guitarra eléctrica hay una serie de notas que visualizo como una cascada auditiva. Es un solo de guitarra, por tanto, nadie canta; sin embargo, algo en esa música me saca una lágrima. No creo que sea de tristeza, ya que no lo estoy en ese momento; es como si no lograra contener las emociones que la música me provoca. Es una erupción de emoción.

Tampoco recuerdo cómo fue que conocí su banda de rock, pero procedí a conseguir toda la discografía disponible en ese momento. Probablemente, comencé la colección con 1984 y de ahí el disco epónimo Van Halen, en el que se encuentra “Eruption”. Ahora que lo pienso, tal vez conseguí el segundo disco, Van Halen II, primero. Sé que, en poco tiempo, pude obtenerlos todos. Leía cuanta entrevista había disponible en las revistas, sea de música, sea de guitarra. Incluso, compraba las revistas que mostraban cómo tocar sus canciones…, a pesar de no tener guitarra, ni haber tocado una jamás. En la escuela superior, mis compañeros roqueros siempre tenían una banda y guitarrista preferidos: uno era fan de Stryper (¡Wepa, Miguel Ayala!), otro de Iron Maiden (¡Ey, Carlos Font!) y así por el estilo. Yo, por supuesto, era fanático de Eddie. Las discusiones juveniles acerca de quién era el mejor no faltaban, aunque era difícil argumentar qué guitarrista era mejor que Eddie porque el tipo era otra cosa.

Decía eso en ese entonces y, aunque es una visión juvenil y mal informada (en ese momento, ni guitarra tocaba) tenía algo de razón. Hoy día no lo digo yo; basta con leer los obituarios escritos por músicos desde que murió el maestro para darse cuenta de que Edward cambió la manera en que se toca el instrumento.

Luego de graduarme de escuela superior, mis gustos musicales fueron cambiando poco a poco. Además de interesarme en la música que había influido a Eddie, fui explorando la música de otros virtuosos. En cierta manera, comenzaba a darme cuenta de que la letra de las canciones de Van Halen realmente no estaban a la altura de la música de su guitarrista, al menos, para mi criterio.

Pronto moriría ese estilo de música y daría paso a bandas como Nirvana y Pearl Jam, cuya musicalidad y profundidad literaria me apelaban. Ya fuera del País, buscaría reconectar con los sonidos del Caribe y me lancé a explorar en la Salsa, pero esa es otra historia. La cuestión es que pasaron los años y, aunque siempre sentí admiración por la música de Eddie, dejó de interesarme. Ni escuché los últimos dos discos que lanzaron y cuando tocaron en el José Miguel Agrelot en 2004, no fui. Hacía años que ni pensaba en eso, hasta unos meses atrás, mientras navegaba en Twitter. Vi que el hijo de Eddie había publicado una foto de su padre tomándole otra foto a un fanático de otra banda. El muchacho le había pedido a Eddie que le tomara una foto, sin saber a quién se la pedía. Me pareció cómico y muy a tono con la personalidad del virtuoso, que siempre parecía mantener un aura de travesura juvenil. Miré las cuentas de ambos, pero no había mucho que ver. Me alegré de que parecía estar contento con su vida.

Unas horas atrás, ya tres días después de la muerte de Eddie, me puse a escuchar las viejas canciones que tanto me habían gustado cuando adolescente. Escuché “Eruption” otra vez y me transporté a ese momento en el siglo pasado con un taco en la garganta y sin poder contener las lágrimas. Como si en aquel momento adolescente hubiese sentido la tristeza que siento hoy de cuarentón al saber que el ídolo de entonces ya no está. Como si el tiempo sucediera todo a la vez, como dicen los filósofos.

Escrito: Techos descubiertos

Techos descubiertos

 

Sabíamos de memoria las horas de los boletines;

su entrada era inevitable.

El despido por las redes con promesas de vernos al otro lado,

chistes de salchichas y galletas,

el apagón, la calma, luego, el viento.

Un silbido entre agua y proyectiles,

casas inundadas, ríos desbordados,

techos descubiertos.

 

La calma al día siguiente en medio de la catástrofe,

el monte quemado, árboles encima de techos,

letreros arrancados y las hojas incrustadas en las paredes.

Sin señal, sin radio, sin noticias, sin electricidad, sin agua;

lo peor estaba por venir.

 

Escasez:

gasolina, comestibles, gas.

Ayuda del vecino y del prójimo,

filas, estantes vacíos, oportunidades de fotografías,

ayudas condicionadas

para el pana, para el familiar, para el amigo del alma,

contaminación ambiental y auditiva,

vecinos sin consideración,

desgobierno sin control.

 

En medio de ese caos,

de esa catástrofe,

comenzamos a darnos cuenta

de qué en realidad es Puerto Rico

sus líderes efectivos en los barrios y las parcelas,

sus traidores sentados en aire acondicionado,

entre selfies con presidente y políticos obesos.

Más de cuatro mil vidas nos costó

darnos cuenta de que, si no nos encargamos nosotros,

quienes duerman en Fortaleza tampoco lo harán.

 

Seguimos con el techo descubierto.

[wpedon id=»3319″ align=»center»]

 

Día Internacional del Libro 2020

[wpedon id=»3319″ align=»center»]

Para mí, casi todos los días celebran el libro. Si no estoy escribiendo uno, estoy leyendo otro. En estas páginas pueden encontrar un sinnúmero de recomendaciones para leer. Como tengo un poco de tiempo de ocio en cuanto a la lectura, puedo leer lo que se me antoje, sin pensar en que sea un libro reciente o para alguna clase. La cuestión de la pandemia me lleva a revisitar Decamerón de Giovanni Boccaccio. He leído muchos de los cuentos, pero no todos, así que me he propuesto esa tarea. ¿Y ustedes? ¿Qué lectura les apetece?

Larga vida al libro. Que estén bien.

Reseña: Delirios

[wpedon id=»3319″ align=»center»]

Delirios de amor

Se tiende a relacionar el amor con la poesía. Tal vez sea porque es una emoción tan intensa que merece dedicársele una infinidad de versos. A lo mejor es porque tantos poetas han dedicado sus versos al amor. ¿Quién sabe? Parece que es como definir qué vino primero, si el huevo o la gallina, solo que sin respuesta (el huevo vino primero; consulte con su biólogo más cercano). En todo caso, los Delirios, del puertorriqueño Eduardo Morales Coll, sigue esta tendencia, de dedicarle versos al amor.

El libro no solo se compone de poemas, sino que cuenta con una sección dedicada a “Monólogos” y otra a “Pensamientos”. Aunque el amor no es el único tema, sí predomina, como se puede apreciar en poemas como “Tuve sed de tus besos”, “Tu lunar” y “Te amo”, entre varios otros poemas. La voz poética está llena de admiración por el objeto de su afecto, ya sea por sus cualidades físicas, como por las más abstractas, como el intelecto o el amor correspondido. A veces, admiran lo carnal o la consumación del amor; en otras, se aprecian más los momentos fugaces entre los enamorados (o al menos la situación en que uno de ellos lo está).

Otros poemas son odas a músicos, como Pablo Casals y Ludwig Van Beethoven, o artistas, como Pablo Picasso, en “Paulus” y “Sonata de primavera”; o la misma naturaleza y la patria, como puede evidenciarse en “Mi bandera”. “Mi alegato” resulta interesante, por ser un poema dedicado a un caso civil en los tribunales del país, tema poco común en la poesía.

En este volumen, el soneto es el estilo más usado. Morales Coll tiende a utilizar una rima consonante, que deja ver su admiración por un estilo de poesía más antiguo. Quien disfrute de la poesía tradicional se encontrará a gusto leyendo la poesía de Delirios. Si bien sigue unas estructuras clásicas, también utiliza un lenguaje metafórico común. Es decir, no hay sorpresas en la manera en que expresa las imágenes e ideas en sus estrofas.

Las otras dos secciones, como ya adelanté, son un monólogo y una colección de máximas o proverbios. El monólogo expuesto es una conversación introspectiva dedicado a una amante y se lee como una poesía en prosa. Los pensamientos de la tercera sección parecen ser reflexiones del autor acerca de la vida. Algunas son más largas que otras, pero no exceden de tres oraciones. Un ejemplo de los múltiples pensamientos incluidos es este: “Hay dos prototipos de imbéciles: los que inventan imbecilidades y quienes las repiten” (quien tenga una cuenta en Twitter podrá apreciar este en particular). Un microcuento también es parte de este proyecto literario.

Si se les hace difícil expresar su amor, en las páginas de Delirios pueden encontrar inspiración para este día de enamorados.

Delirios

Eduardo Morales Coll

Publicaciones Gaviota, 2019

Esta reseña se publicó originalmente en El Nuevo Día en febrero 9 de 2020.

Reseña: Princesas Dragón: El misterio del huevo dorado

[wpedon id=»3319″ align=»center»]

Princesas subversivas

En años recientes, las princesas de los cuentos de hadas han sufrido cierta baja en popularidad. Los tiempos exigen historias más relacionadas con la época en que viven quienes leen este tipo de historia. «La Cenicienta», de los hermanos Grimm, por ejemplo, respondía a una aspiración de salir de la pobreza por medio del matrimonio, una historia común en comedias románticas o novelas de televisión. Sin embargo, para una audiencia del siglo XXI, este tipo de trama resulta anticuado y sexista. Además, el tema de la monarquía como sistema de gobierno resulta anacrónico para la mayoría de nosotros. Las princesas a lo Disney aún existen, pero se nota un intento por modificar a estos personajes acorde con la época en que se escriben sus historias. El escritor español Pedro Mañas intenta esta tergiversación de princesas con su libro Princesas Dragón: El misterio del huevo dorado.

Este es el primero de una serie que, hasta la fecha, tiene otros nueve títulos y que hace poco llegó a las librerías puertorriqueñas. Este primer libro, publicado por SM, cuenta la historia de Bamba, una princesa cuyos padres (un rey y una reina, por supuesto) viven separados, cada cual en su palacio. Cuando comienza el libro, Bamba nos cuenta que vive en un árbol y es una fugitiva por la que se ofrece una gran recompensa —hay carteles por todo el bosque que lo indican—. Narrada en primera persona, Bamba nos cuenta cómo llegó a ese lugar. La reina decidió que la princesa debía aceptar una invitación para conocer al príncipe Rosko, que supuestamente se había enamorado de ella, según una carta que hizo llegar al reino. A pesar de sus protestas, Bamba termina viajando al reino de Rosko, donde conoce al famoso mago Gúgol. Esta se da cuenta de que debe competir contra otras dos princesas por la atención de Rosko y un huevo de dragón. A mitad de competencia, un dragón ataca al reino de Rosko y Gúgol, y las tres princesas, Koko y Nuna, además de Bamba, escapan con el huevo.

Las princesas se convertirán en amigas y revelarán sus motivos por acceder a la contienda. Del huevo, nace un cachorro dragón que llaman Gumi, por los sonidos que hace al comer piedras. Las actitudes y acciones de las princesas comienzan a rebelarse contra las autoridades, así como el comportamiento habitual de lo que se supone que sea una princesa tradicional. Ellas intentarán devolverle a Gumi a su madre dragona, que fue la que atacó al reino de Rosko. Eventualmente, se revelarán los motivos de los personajes y cómo es que Bamba terminará viviendo en un árbol, en vez de un palacio, a la vez que se abren posibilidades para otras historias.

El misterio del huevo dorado es una historia divertida y cómica. Ofrece numerosos giros en la trama que, aunque predecibles para una audiencia mayor, sorprenderá a nuevos lectores. Además de tomar prestado de los cuentos de hadas folclóricos, utiliza elementos de otras historias populares de la literatura infantil y juvenil. Ejemplo de ello es el mago Gúgol, que juega con la manera en que vemos los magos después de Harry Potter y los niños que viven en la selva, que recuerdan a los de la pandilla de Peter Pan.

Las ilustraciones de Luján Fernández son atractivas y llaman la atención de los niños (mi hija, Melián, identificó varias que le gustaron. La historia también le ha interesado, por lo que he compartido el libro con ella, mientras me preparaba para esta reseña). Sus 103 páginas se leen rápido y pueden despacharse en dos o tres días, lo que podría fomentar un sentido de logro en nuevos lectores. Lo que mejor tiene la obra es que busca entretener, en vez de educar, a pesar de presentar varias enseñanzas en sus páginas.

 

Princesas Dragón: El misterio del huevo dorado
Pedro Mañas
SM, 2016

Esta reseña se publicó originalmente en El Nuevo Día en febrero 2 de 2020.

Reseñas: Amargo

[wpedon id=»3319″ align=»center»]

Cuentos amargos

Desde pequeños, nos enseñan en la escuela que hay cuatro tipos de sabores que se pueden detectar en partes específicas de la lengua humana: dulce, agrio, salado y amargo. Los japoneses añaden un sabor más a esos cuatro, el umami, que representa lo sabroso y establecen múltiples subsabores adicionales dentro de cada uno de los básicos. Ya la ciencia ha dejado atrás esa teoría de sensaciones gustativas en áreas determinadas de la lengua, pero perdura en la memoria como cierta, así como ocurre con múltiples misconceptions o ideas equivocadas de conceptos. En el libro de cuentos Amargo, de la puertorriqueña Alexandra Pagán Vélez, se pueden apreciar diferentes tipos de amargura por medio de sus personajes.

El libro contiene 19 cuentos, la mayoría cortos. Casi todos tratan temas cotidianos. A veces, los temas giran en torno a sucesos más tétricos, como el suicidio (que, lamentablemente, también podría ser considerado como cotidiano, de acuerdo con las estadísticas) o la necrofilia (definitivamente un tabú en nuestra sociedad). Resumir todos los cuentos tomaría demasiado espacio y hay mucha gente que desea leer el horóscopo en la siguiente página. Por tanto, destaco los que más me llamaron la atención.

“Una foto de La Habana” trata de una fotógrafa española de vacaciones en Cuba que lucha contra sus inhibiciones al conocer a un boricua que le atrae. Es una narración que muestra la lucha interna del personaje, a la vez que juega con su sexualidad. Lo erótico también es un elemento presente en “Las escaleras”, que trata de un matrimonio lésbico; en “Roma”, cuyo personaje es transexual y desarrolla una atracción con un compañero de trabajo; en “Canas”, que trata de un hombre que sostiene una relación sexual con una artista que utiliza material que recopila durante sus encuentros eróticos; y en “Laboratorio de disección”, cuyo personaje es una practicante de medicina que comienza a sentir atracción por lo que imagina ser el espíritu de un cadáver al que se le somete a una autopsia.

El abuso sexual y emocional es otro tema que se toca con frecuencia. “Luci y yo”, “Es que a uno le pasan unas cosas”, “Milagros” y “El agente Ríos” son ejemplos de ello. El primero es una conversación en el infierno, aunque parece más bien un monólogo. En el segundo se narra desde el punto de vista de una mujer maltratada, aunque ella misma no parece darse cuenta de ello. El tercero mencionado contiene un elemento onírico que tal vez representa otro tipo de infierno que el que se utiliza en “Luci y yo”. El último que menciono en esta pequeña lista trata de un agente de la Policía que se transfiere a trabajar en una escuela pública, en donde lucha contra sucumbir a las ilusiones que se ha formado en torno a una estudiante.

La autora logra introducirnos en las mentes de estos personajes variados. Vélez Pagán caracteriza a estas personas de manera muy eficaz y convincente para que se logre algún tipo de empatía o entendimiento de cómo son estas personas, por más repulsivas que pueden ser sus acciones. Por otro lado, no hay muchas sorpresas en cuanto a las tramas en las que habitan los personajes. Se enfoca más bien en la siquis de los personajes y sus traumas. Podemos “saborear” diferentes aspectos de la amargura de estas creaciones hasta darnos cuenta de que, incluso, dentro de lo amargo existe la variedad.

 

 

Amargo: segunda edición, revisada y aumentada

Alexandra Pagán Vélez

La secta de los perros, 2019

Esta reseña se publicó originalmente en El Nuevo Día en enero 26 de 2020, cuando los terremotos al sur de la isla  y la corrupción del gobierno era nuestro problema mayor. Qué tiempos aquellos…

Reseña: Pasajeros

[wpedon id=»3319″ align=»center»]

Fantasmagoría criolla

En Latinoamérica y en Puerto Rico todos sabemos de alguna historia de aparecidos. Son esos espíritus que aparecen a la orilla de la carretera bajo circunstancias misteriosas. A veces están cerca de puentes donde hubo algún accidente o desaparecen luego de proveerles un aventón. Siempre conocemos a alguien que conoce a otra persona que jura haber visto o interactuado con estos fantasmas. El libro Pasajeros, de Rita Isabel Collazo Vázquez, contiene siete relatos dedicados a este tema de aparecidos y misterios de la vida.

Los relatos —y uso este término porque no son exactamente cuentos, bajo la propia admisión de la autora— toman lugar en Puerto Rico o sus personajes son boricuas. “Al salir del laberinto” es de una mujer que conoce un amor fugaz en Santiago de Compostela, pero pierde su rastro, solo para rencontrarlo en libros y fotografías de manera insólita e imposible. Es un relato que juega con el tiempo y el espacio para lograr su cometido. “Nacido bajo el signo de Tauro” se relaciona con la narración anterior, pero utiliza otro personaje que no aparece en el primer relato, aunque es parte íntegra de él.

“Cuando la muerte acecha con ropaje de inocencia” es un relato de aparecidos que se montan en un auto y luego resultan haber sido espíritus. Esto combinado con sucesos fantásticos que afectan a los personajes involucrados. Este relato será como un tipo de piedra angular para el resto del libro, ya que hay varios elementos, sucesos y personajes que reaparecerán en otros de los relatos. “Legión de niñas” combina las leyendas de hechizos y brujas con las canciones de infancia para jugar con las supersticiones del antaño de manera horrífica.

“¿Cuándo llegará el día de mi suerte?”, por otro lado, utiliza una canción hecha famosa por Héctor Lavoe como inspiración o pie forzado. El protagonista es un joven que debe sufrir 28 infortunios para que por fin comience a tener buena suerte. A su vez, “Mientras pueda salir” utiliza un elemento —un cuadro pintado— del relato anterior para construir otra narración de una mujer que crea un autorretrato en la Plaza de Caguas y en el que permanecerá el resto de sus días. “Pasajero inesperado: La última palabra” es el último relato, como advierte el título, y concilia muchos de los sucesos y elementos que se trabajan en las demás narraciones, como si atara cabos sueltos.

Casi todas las narraciones comienzan con unas estrofas que anuncian de cierta manera por dónde irá cada narración. A veces son canciones adaptadas a las necesidades de la narración que prosigue, como sucede con “El día de mi suerte” o canciones infantiles, como sucede con “¿Qué quiere usted?”, que lee:

 

Ambos a dos

el inicio del desencuentro

ambos a dos

un instante de desamor

ambos a dos

matarile, rile, adiós

 

Una de las cosas que más llama la atención de la colección es la manera en que todas las narraciones guardan relación entre sí, como si se trataran de piezas de un rompecabezas. Sucesos que ocurren en una narración pueden ser el eje de otra o personajes apenas mencionados serán protagonistas en otro relato. La ambientación es muy certera y logra colocar a los lectores en los lugares descritos. Son narraciones muy interesantes, que abren la puerta a que se explore este tipo de tema y tal vez darle alguna credibilidad al amigo del amigo que se encontró con algún aparecido.

 

 

Pasajeros

Rita Isabel Collazo Vázquez

Libros Pasajeros, 2019

Esta reseña se publicó originalmente en El Nuevo Día en enero 19 de 2020.

 

Reseña: Vida, patria y verdad

[wpedon id=»3319″ align=»center»]

De tú a tú entre el exgobernador y la periodista

Comparto la desconfianza que sienten muchos hacia los políticos. Suelo verlos como personas que en realidad no tienen como prioridad los mejores intereses del pueblo, a pesar de ser servidores públicos. Lo demuestran sucesos tan recientes como los que causaron el Verano de 2019 y el media tour político de los últimos días en el sur de la isla, zona que sufre la peor parte de los sismos recientes. La clase política actual le falla continuamente al país y es difícil predecir si esa desconfianza algún día llegará a su límite. Por esta razón, libros cuyos autores son políticos, como Vida, patria y verdad, del exgobernador de Puerto Rico Alejandro García Padilla, generalmente no me llaman la atención, pues los veo como intentos del político de rescribir la historia a su favor. Sin embargo, este, en particular, no es una autobiografía con autobombos; es una entrevista o conversación con la periodista Ana Teresa Toro, cuya trayectoria como reportera, escritora y columnista es intachable.

Dividido en dieciséis capítulos y dos epílogos —uno por el exgobernador, el otro por la periodista— el libro funciona como una memoria hablada, como lo describe Toro. Comienza con el fundamento detrás de sus páginas: ¿por qué se escribe el libro y por qué de esa manera? Ana Teresa describe el entorno e incidencias de los encuentros para grabar y luego prosigue una sesión de preguntas y respuestas. De esa manera, se cubre su vida desde los orígenes de la familia de García Padilla hasta su salida del gobierno en 2016. Se habla del legado del exgobernador, las controversias y las decisiones difíciles que tomó. Los epílogos dan espacio a que el entrevistado y la entrevistadora, tal y como ocurre en un juicio, expongan sus argumentos de cierre antes de que el jurado o, en este caso, el lector, llegue a su veredicto. En el caso de García Padilla, aprovecha el espacio para dar su informe de logros final; en el de Ana Teresa Toro, aprovecha para aclarar por qué accedió a escribir el libro, sus diferencias ideológicas y políticas con el exfuncionario electo, y cuál fue el proceso de trabajo. Ambos epílogos ofrecen sus agradecimientos a quienes ayudaron en la confección del texto, ya sea de manera física o emocional.

Los puntos más controvertibles de la carrera política de Alejandro García Padilla no se ignoran. Ana Teresa Toro pregunta acerca de la ley PROMESA, la amistad que mantenía con el ahora convicto por corrupción Anaudi Hernández, las causas que provocaron la renuncia del representante Jaime Perelló y la venta del aeropuerto Luis Muñoz Marín, entre otros sucesos que marcaron su gobernación. La periodista también le permite espacio para explicar su proceso de pensamiento a la hora de tomar decisiones que nos afectan hoy día, como la razón para acceder a la ley PROMESA y su plan para el IVA. El exgobernador expone sus convicciones políticas e ideológicas, pero sin pasar por alto el cuestionamiento de Ana Teresa, que indaga hasta encontrar respuestas. El libro también revela cómo funciona el aparato gubernamental desde adentro, tanto en su faceta operacional como en la dinámica de partido político con el fin de mantenerse en el poder.

La forma de exponer la figura del exgobernador es atinada y reveladora. La conversación entre el exgobernador y la periodista se expone en estas páginas de manera muy amena. La selección de Ana Teresa como entrevistadora es un acierto. La periodista demuestra su destreza de contar una narrativa con principio y fin, a pesar de que la vida real tiende a carecer de estos elementos, a menos que se los impongamos. Sus preguntas revelan objetividad y se alejan de ser un lavado de cara hacia la figura de García Padilla. El exgobernador contesta muchas preguntas serias y difíciles ante una periodista que discrepa de muchas de las posturas del exmandatario. También encuentra las posturas comunes y muestra, con bastante transparencia, al ser humano detrás del poder. El resultado permite comprender las razones detrás de las decisiones del exmandatario, aunque se discrepe de ellas.

 

Vida, patria y verdad

Alejandro García Padilla en conversación con Ana Teresa Toro

Publicaciones Gaviota, 2019

Esta reseña se publicó originalmente en El Nuevo Día en enero 12 de 2020.

Puede escuchar la entrevista que le hice a la autora acerca de este libro en mi podcast, In media res.

 

Reseña: Agent Running in the Field

Espías y, ¿bádminton?

Lo que más me gusta de las novelas de espionaje de John Le Carré, el autor a quien reseño esta semana, es que mantiene un pie dentro de la realidad en su ficción. Agent running in the field, su más reciente novela, no es la excepción. En este tipo de historia, la acción se lleva a cabo en oficinas burocráticas y conversaciones, en lugar de en actos violentos y secuencias de acción prácticamente imposibles, como suelen verse en el cine. Quien haya leído alguna de las demás novelas de Le Carré sabe a qué atenerse en este aspecto. O sea, aquí los dobles agentes son espías que investigan a los que los contrataron y la licencia para matar es una fantasía.

En esta ocasión, conocemos a Nat, un agente de espionaje británico, que se acerca al ocaso de su carrera. Luego de haber estado en diferentes partes del mundo, regresa a Londres para terminar su servicio según disponga el gobierno. Nat es un jugador asiduo de bádminton, un deporte que se juega con raqueta, semejante al tenis, pero usa un volante en vez de una pelota. Su afición se desarrolla en un club atlético, donde conoce a Ed, un joven algo intenso que lo reta a un partido porque ha escuchado que el protagonista es de los mejores jugadores en la zona, a pesar de sus 47 años. Nat acepta el reto y termina jugando quince partidos con el joven Ed durante la trama de la novela.

Ed odia a Trump, piensa que el Bréxit es un disparate, a Putin lo considera un dictador y demuestra estar sumamente decepcionado con el gobierno británico. Le expresa sus opiniones a Nat después de los partidos, cuando el perdedor le toca comprar una ronda de cervezas en la barra del club. Nat, por su parte, utiliza sus destrezas como agente de manera inconsciente y se limita a escuchar al joven, sin apenas emitir una opinión de lo que dice. El protagonista es designado jefe del Haven, que se dedica a trabajar con espías que tienen que ver con Rusia, ya sea con el gobierno o con mafiosos de esa nación. Entre los agentes que están bajo su supervisión está Florence, que promete ser una agente estrella.

Sin embargo, durante un operativo contra un mafioso ruso, todo se le complica a Nat y se ve forzado a investigar. La historia avanza dentro este de este entramado que construye de manera escueta Le Carré. Es una novela corta, intensa y reveladora, ya que nos adentra en la mente de lo que es un agente de espionaje. Situar la trama en tiempos actuales resulta muy eficaz, ya que, como podemos apreciar en los titulares de nuestros periódicos, la situación política del mundo parece estar en un estado de caos. Ni hablar de la situación política en el Reino Unido en estos días, que el autor resume así, al referirse a un funcionario inepto y corrupto: “The man’s fucked up everything he’s touched in life, so he’ll be in great demand. Probably got a safe parliamentary seat waiting for him right now”. Al parecer, los hijos “talentosos” que suelen fracasar exitosamente no son exclusivos de esta isla.

Agent running in the field será una dosis más de la pluma del autor para quienes lo siguen y una buena introducción a lo que verdaderamente es el mundo del espionaje. La situación actual en que está ambientada la novela es un acierto, y la narración es ágil y concisa. A sus 88 años, Le Carré continúa, sin frenos, su producción literaria. ¡Enhorabuena!

Agent Running in the Field

John Le Carré

Viking, 2019